Hace unos años, (en las guardas anoté 1998) me compré este libro, movido por un artículo que leí en el país dominical, de Manuel Rivas.
Recuerdo que fué en la casa del Libro, dónde antes mis visitas eran mucho más frecuentes. Venía emblistado y bajo el plástico había un lápiz de carpintero auténtico, me llamó la atención este guiño que autentificaba su ficción.
La novela fué galardonada con el premio de la crítica gallega y requiere de una lectura lenta, reposada pero continua. El hilo conductor de la historia es el propio lápiz. Los mejores capítulos son el primero y los tres del final; en especial el último pues se cierra el círculo de una forma magistral. Narra la historia de un hombre represaliado en la guerra civil, que desde la cárcel de Santiago de Compostela, en el verano de 1936,dibuja el Pórtico de la Gloria con un lápiz del carpintero.Los rostros de los profetas y de los ancianos de la Orquesta del Apocalipsis son los de sus compañeros republicanos de presidio. Un guardián, su futuro asesino, lo observa fascinado... El protagonista rehace su vida sentimental y se convierte en una persona clave para todos los presos y para la familia que está en el exterior. A través de peripecias increíbles, pero reales, consigue evadirse para pasar un día con su amor durante un viaje en tren en el que elude la vigilancia de la Guardia Civil cuando es trasladado como médico para atender una leprosería. La aventura que sigue es tan impresionante como bella, refleja los horrores posteriores de las batallas, la disposición a morir por unos ideales, el amor separado por una pared...
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