viernes, 3 de octubre de 2008

José Saramago

José Saramago nació en Azinhaga (Portugal) en 1922. Antes de responder a la llamada de la literatura trabajó en diversos oficios, desde cerrajero o mecánico, hasta editor. En 1947 publicó su primera novela, "Tierra de pecado".
Periodista y miembro del Partido Comunista Portugués sufrió censura y persecución durante los años de la dictadura de Salazar. A finales de los sesenta Saramago se presentó con dos libros de poemas: " Os poemas possiveis " y " Provavelmente alegría ". Se le considera un «autor tardío», por la demora en su publicación.
Se sumó a la llamada "Revolución de los Claveles" que llevó la democracia a Portugal, en el año 1974. Sus primeras publicaciones en prosa " Manual de pintura y caligrafía " (1977) y "Alzado del suelo " (1980), esta última le reveló como el gran novelista maduro y renovador portugués. Es una novela histórica, situada en el Alentejo entre 1910 y 1979, con un lenguaje campesino, una estructura sólida y documentada, un estilo humorístico y sarcástico que llamó enormemente la atención en su momento. En 1982 ve la luz su novela " Memorial del convento ", a la que siguió: El año de la muerte de " Ricardo Reis ". A esta le sigue posteriormente " La balsa de piedra " (1986), " Historia del cerco de Lisboa " (1989), " El evangelio según Jesucristo " (1991), " Casi un objeto " (1994), " Viaje a Portugal " (1995) y " Ensayo sobre la ceguera " (1996). "Cuadernos de Lanzarote " (1997).
Ha mantenido siempre una postura ética y estética por encima de partidismos políticos. Comprometido con el género humano, de forma general en sus obras hay una gran originalidad dada fundamentalmente por su controvertida visión de la historia y de la cultura.
Par mi el ensayo sobre la ceguera es una obra maestra y uno de los mejores libros que he leído, sin lugar a dudas.

Fragmento de Ensayo sobre la ceguera tomado de Escribirte:
"Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra de asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, impacientes, con el pie en el pedal del embrague, mantenían los coches en tensión, avanzando, retrocediendo, como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el aire. Habían terminado ya de pasar los peatones, pero la luz verde que daba paso libre a los automóviles tardó aún unos segundos en alumbrarse. Hay quien sostiene que esta tardanza, aparentemente insignificante, multiplicada por los miles de semáforos existentes en la ciudad y por los cambios sucesivos de los tres colores de cada uno, es una de las causas de los atascos de circulación o embotellamientos, si queremos utilizar la expresión común.Al fin se encendió la señal verde y los coches arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió que no todos habían arrancado. El primero de la fila en medio está parado, tendrá un problema mecánico, se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le agarrotó la palanca de la caja de velocidades, o una avería en el sistema hidráulico, un bloque de frenos, un fallo en el circuito eléctrico, a no ser que, simplemente se haya quedado sin gasolina, no sería la primera vez que esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está formando en las aceras ve al conductor inmovilizado braceando tras el parabrisas mientras los de los coches de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conductores han saltado ya a la calzada, dispuestos a empujar el automóvil averiado hacia donde no moleste. Golpean impacientemente los cristales cerrados. El hombre que está dentro vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado, hacia el otro, se ve que grita algo, por los movimientos de la boca se nota que repite una palabra, una no, dos, así es realmente, como sabemos cuando alguien, al fin, logre abrir una puerta. Estoy ciego.Nadie lo diría. A primera vista, los ojos del hombre parecen sanos, el iris se presenta nítido, luminoso, la esclerótica blanca, compacta como porcelana. Los párpados muy abiertos, la piel de la cara crispada, las cejas repentinamente revueltas, todo eso que cualquiera puede comprobar, son trastornos de la angustia. En un movimiento rápido, lo que estaba a la vista desapareció tras los puños cerrados del hombre, como si aún quisiera retener en el interior del cerebro la última imagen recogida, una luz roja, redonda, en un semáforo. Estoy ciego, estoy ciego, repetía con desesperación mientras le ayudaban a salir del coche, y las lágrimas, al brotar, tornaron más brillantes los ojos que él decía que estaban muertos. Eso se pasa, ya verá, eso se pasa enseguida, a veces son nervios, dijo una mujer."
Enlace Wikipedia: José Saramago

4 comentarios:

M. Emilia Pavón dijo...

Una vez asistí a una conferencia de alguien que le conocía bien. Nos contó que Saramago estuvo casi deshauciado en la escuela. Los profesores no creían en él. Tardó mucho en alfabetizarse, parecía torpe y tenía muchas faltas de ortografía (en eso se parecía a Gabriel García Márquez, según cuenta él mismo en sus memorias). Me llamó la atención lo desatenta que puede llegar a ser la escuela con el diferente. Y me hizo reflexionar y cambiar mi actitud hacia los estudiantes rebeldes que se niegan a pasar por el aro. Nunca se lo confieso, pero siempre los trato como posibles Saramagos.

M. Emilia Pavón dijo...

PS: De Saramago sólo he leído el "Informe sobre la ceguera". Me pareció muy interesante, pero supongo que me habría gustado más si lo hubiera podido leer en portugués. No me terminan de gustar las traducciones. Por eso no suelo leer autores en portugués. Pero, su compromiso político me parece admirable. Siempre recordaré su manifiesto en una de las manisfestaciones contra la guerra en Iraq.

DUMYISLAND dijo...

Más que compromiso político, es un compromiso con el se humano, sobre todo con el débil.Su militancia en el PCP, (que abandonó) se debe única y exclusivamente, a que en el espectro político de su país, eran los únicos que defendían a los desfavorecidos. En cuanto a "Ensayo sobre la ceguera" aún traducido es, a mi juicio, una obra maestra que desarrolla la metáfora de la sociedad ciega para con los marginados, mostrando lo peor de ella, línea a línea y manteniendo la tensión hasta el final. Una sociedad que soluciona sus problemas apartando a los diferentes.

M. Emilia Pavón dijo...

Eso es precisamente, o debería ser, la política, el compromiso con el ser humano de una sociedad concreta, especialmente si lo necesita, lo que pasa es que soy una soñadora, lo sé.