sábado, 19 de julio de 2008

Luis Cernuda


Poeta e intelectual, sevillano, miembro de la generación del 27 con un don especial que le permitía ver y expresar lo que los demás sencillamente no pueden.

Contestatario y rebelde, nunca ocultó su condición homosexual, lo cual le produjo soledad, marginación social y sentimiento de diferencia, que básicamente fueron los manantiales de su poesía.

Enlace Winkipedia: Cernuda

viernes, 18 de julio de 2008

Luis Cernuda

DONDE HABITE EL OLVIDO
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido

jueves, 17 de julio de 2008

El viejo y el mar

Fragmento
"-¿Lo recuerdas realmente o es que yo te lo he
contado?
-Lo recuerdo todo, desde la primera vez que
salimos juntos.
El viejo lo miró con sus amorosos y confiados
ojos quemados por el sol.
-Si fueras hijo mío, me arriesgaría a llevarte
-dijo.. Pero tú eres de tu padre y de tu madre, y
trabajas en un bote que tiene suerte.
-¿Puedo ir a buscarle las sardinas? También sé dónde conseguir cuatro carnadas.
Tengo las mías, que me han sobrado de hoy. Las puse en sal en la caja.
-Déjeme traerle cuatro cebos frescos.
Uno-dijo el viejo. Su fe y su esperanza no le habían fallado nunca. Pero ahora empezaban a revigorizarse como cuando se levanta la brisa.
Dos -dijo el muchacho.
Dos -aceptó el viejo- . ¿No los has robado?
-Lo hubiera hecho -dijo el muchacho- Pero éstos los compré.
Gracias -dijo el viejo- Era demasiado simple para preguntarse cuándo había alcanzado la humildad. Pero sabía que la había alcanzado y sabía que
no era vergonzoso y que no comportaba pérdida del orgullo verdadero.
-Con esta brisa ligera, mañana va a hacer buen día -dijo.
-¿A dónde piensa ir? -le preguntó el muchacho.
-Saldré lejos para regresar cuando cambie el viento. Quiero estar fuera antes que sea de día.
-Voy a hacer que mi patrón salga lejos a trabajar -dijo el muchacho- Si usted engancha algo realmente grande, podremos ayudarle.
-A tu patrón no le gusta salir demasiado lejos.
-No .dijo el muchacho., pero yo veré algo que él no podrá ver: un ave trabajando, por ejemplo. Así haré que salga siguiendo a los dorados.
-¿Tan mala tiene la vista?
-Está casi ciego.
-Es extraño -dijo el viejo-. Jamás ha ido a la pesca de tortugas. Eso es lo que mata los ojos.
-Pero usted ha ido a la pesca de tortugas durante varios años, por la costa de los Mosquitos, y tiene buena vista.
-Yo soy un viejo extraño.
-Pero, ¿ahora se siente bastante fuerte como para un pez realmente grande?
-Creo que sí. Y hay muchos trucos."

El viejo y el mar (The Old Man and the Sea) 1952



Colocando los libros en la buhardilla, he visto la portada de este librito, de Ernest Hemingway, que adquirí en el Círculo de lectores, allá por 1980. La caja de los recuerdos se entreabre y dejo los libros por el suelo y me siento a releer. Las sensaciones son distintas. Ahora el libro desprende olor a viejo. Viejo, como Santiago el protagonista, que pelea hasta la extenuación contra un Swordfish enorme.

Al pasar sus páginas encuentro subrayada una frase “el hombre no está hecho para la derrota; un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”. Recuerdo el momento en el que con un lápiz diminuto, tracé esa irregular línea por debajo del texto; estaba tumbado en la terraza , era una tarde de verano y todos dormían.

La pelea del anciano pescador cubano, con el simbólico pez espada es extraordinaria, en ocasiones le lleva hasta la deseperación, pero nunca tira la toalla y siempre deja lugar a la esperanza.
Hemingway conocedor de los textos de Marx, estaba convencido de que el hombre es dueño de su propio destino y del mundo que le rodea, sibilinamente vuelca este pensamiento en el protagonista que cree que su destino puede y debe ser cambiado, aunque para ello sabe que tendrá que pelear con todas sus fuerzas.
Se producen situaciones límite, y es en esos momentos cuando valoramos cada cosa que tenemos, por insignificante que sea.
Hay un momento desesperado que el viejo agradece mucho la presencia de una simple golondrina que se posa en la barca. En otras circunstancias no hubiera reparado en ella, pero en las situaciones en las que no tenemos nada más, tenemos una perspectiva diferente.
Cuando aceptamos nuestro Mahtub, la resignación también debe formar parte de nosotros. Esto es lo que le ocurre a Santiago. No se da nunca por vencido, pero, a pesar de su colosal esfuerzo, el viejo acepta con entereza y dignidad la ley de la naturaleza.

sábado, 12 de julio de 2008

Neruda

Con Sabina de Rapsoda.

Mis dos poemas favoritos, en su propia voz