viernes, 18 de junio de 2010

Adiós a un buen hombre


Acabo de enterarme, de la noticia hace menos de dos horas. Hoy 18 de junio de 2010, a las dos menos cuarto, a los 87 años, en su casa de Lanzarote ha muerto José Souda (Saramago). Le eché de menos en la feria del Libro y ahora le echaré de menos siempre.
Este año parte de mis vacaciones las pasaré en su isla, pero ya no podré estrecharle la mano en Tías como la última vez. No podré expresarle de nuevo mi admiración, por su literatura, por su brillantez intelectual, pero sobre todo mi incondicional apoyo a su incansable lucha por un mundo mejor y más justo.
Se ha ido, casi en silencio, bajo el ruido del gobierno absoluto de los mercados, y el oportuno estruendo de las vuvucelas, que nos distraen.
Ahora, si que nos hemos quedado ciegos irremediablemente, Don José.

jueves, 17 de junio de 2010

Feria del libro 2010- Ya nada es como antes

Miguel Ángel Almodovar
Todo cambia, el tiempo todo lo cambia, aunque creo que los que cambiamos somos nosotros. Atrás quedan esos agradables paseos por la Feria del Libro, con algua edición bajo el brazo, guardando cola, a la espera de conseguir la firma de Alberti, Saramago, Cela, Gala, Muñoz Molina, Ana María Matute, José Luis Sampedro, Julián Marías o su hijo Javier, Delibes, Octavio Paz, Benedetti...

Hoy las casetas las pueblan autores como Miguel Ángel Rodríguez (los dos, ·el sevilla· y el otro), Miguel Ángel Almodóvar, Ana García Siñeriz, Cristian Gálvez, César Vidal, Valdano, Bob Esponja...

Se que quedan algunos merecedores de gastarse los euros en comprar una de sus obras, pero hay que rebuscar, entre tantos televisivos comunicadores, y ni siquiera las colas son como antes, ya no dan pistas de dónde están los grandes. Este año las más numerosas, eran las de Gerónimo Stilton (el ratón de los libros de mi hija) y la de César Vidal.









Ana García Siñeriz





domingo, 13 de junio de 2010

Antonio Gala- Charlas con Troylo


Comenzaban los años 80, y cada domingo por la mañana me echaba a la calle temprano para comprar "El País". Lo primero que leía era la última página de su suplemento dominical. La firmaba Antonio Gala, y en ella mantenía una charla sobre lo divino y lo humano con su perro Troylo. Ayer le ví en la Feria del Libro, quizá por última vez, y recordé aquellos impagables momentos de domingo. Me vino a la memoria, aquel café que compartí con él y el mancebo que le acompañaba, en el Barbieri de Lavapiés. No me dejó pagar, con el tiempo comprendí que una conversación tan inteligente y agradable era demasiado cara.
He subido a la buhardilla (todavía lo escribo así) y he buscado la carpeta dónde guardé con admiración, todas aquellas últimas páginas de la revista. Las repaso emocionado y me quedó leyendo la última de sus charlas con Troylo.
ADIÓS
"Esta noche también he soñado contigo.
Corrías sobre el césped del jardín, vivo y dichoso, abanderando el rabo. Corrías hacia mí, me reclamabas. Tu ladrido pequeño henchía la mañana.
He alargado la mano, todavía dormido, buscando por la cama a tientas tu cabeza. Sin encontrarte, Troylo.
He encendido la luz. No estabas, Troylo.
No volverás a estar...
Dicen que no se pierde sino lo que nunca se tuvo. Es mentira.
Yo te tuve: te tuve y no te tengo.
Al pie del olivo que juntos estrenamos, una calva en el césped indica dónde estás.
El césped que plantamos hace nada para que tú corrieras, divertido, sobre él; para que tú, al venir la primavera y su templado soplo, te revolcaras jugando sobre él.
Tú no tendrás más primaveras, Troylo.
Ahora eres tú quien abona ese césped. En esto acaba todo.
¿Quién puede hacerse cargo de tal contradicción?
¿Pueden morir del todo alguna vez unos ojos que se han mirado tanto, se han entendido tanto, se han consolado tanto?
Quizá tú ahora habitas con quien más has querido.
Quizá tú ahora eres —si es que eres— más feliz que conmigo.
Quizá tú trotas, moviendo la menuda grupa, por los verdes campos del Edén. Pero durante once años y medio anduviste enredado a mis piernas;
arrebujaste tu lealtad a mi vera; me seguiste a dos pasos por este mundo que, sin ti, no es el mismo. Continuarán los pájaros y los amaneceres, el chorro de la fuente ascenderá en el aire, como la vida, sólo para caer.
Pero no estarás tú, Troylo, compañero irrepetible mío.
Nunca más, nunca más.
Ya no habrá que sacarte a la calle tres veces cada día, ni tampoco habrá que sacarte las muelas de noviembre, ni acercarás resoplando el hocico a los respiraderos de los coches,
ni te asomaras encantado por las ventanillas, ni me recibirás —enloquecido el rabo, ladrando y manoteando— a la puerta de la casa.
Ya no habrá que secarte cuando llueva, ni cepillarte por la mañana al salir de la ducha, ni reñirte porque pides comida: ya no sabré qué hacer con el trocito último del filete...
Nunca más.
Y no me hago a la idea.
¿Qué es lo que has hecho, Troylo?
Quiero dormir para soñar contigo, para jugar contigo y regañarte, para no comprobar que te he perdido. Con la garganta apretada he mandado hoy retirar tus breves propiedades:
tu toalla, tu manta, tu cepillo, tu peine y tus correas...
Las he mandado retirar, pero no lejos.
Porque a lo mejor una mañana te veo regresar, alegre y frágil, cariñoso y sonoro.
(Acaso esta pesadilla es una broma tuya, y se abrirá una puerta y tú aparecerás. De mis oídos no se quita el ritmo de tus pasos, ni la impaciencia de tu cascabel.)
O a lo mejor soy yo el que se acerca una mañana a ti —quién sabe— y te silbo y te llamo y tú levantas la cabeza con el gesto de siempre.
No te preocupes, Troyio: si nada dura —ni el amor—, tampoco la muerte durará.
En donde sea, estaremos todos juntos de nuevo, riendo y bromeando.
Si no, no habría derecho.
Mientras entró y salió la gente de mi vida —de nuestra vida—, tú permaneciste a mi lado, imperturbable, fiel, idéntico, amoroso.
Juntos pasamos por la compañía y por la soledad.
Llegaste, Troylo, a ser yo mismo de otro modo.
El infortunio o el gozo, siempre los compartimos.
Quien a mí me dejó, te dejó a ti, y te quería quien a mí me quiso.
Me hablaba yo, y era a ti a quien hablaba.
La muerte se ha interpuesto en la conversación una vez más, la muerte.
Ahora sí que envejezco, ahora si que estoy solo.
Es la primera vez que te has portado mal conmigo.
Desde la ventana veré y el olivo y a tí al pie del olivo.
Troylo, amigo mio, interminablemante bajo el césped.
La muerte ha interrumpido nuestras charlas.
Descansa en paz, Nadie jamás podrá sustituirte.
Hasta luego.
Hasta después "

Antonio Gala

jueves, 10 de junio de 2010

Amin Maalouf- El reconciliador


Acaba de recibir el Príncipe de Asturias de las Letras por su defensa de la tolerancia.
Aunque nació en Beirut, los primeros años de su infancia los pasó en Egipto. Su padre es un periodista conocido en Líbano, además de poeta y pintor. Estudió la primaria en Beirut en un colegio francés de jesuitas.
Capitalistas, marxistas, místicos, laicos, fanáticos, republicanos, nacionalistas, europeos, árabes, asiáticos... Nadie se salva. La pluma de Amin Maalouf sólo obedece a una ciega y férrea defensa de la humanidad, de los derechos humanos universales, de la convivencia y la paz a través de la cultura y la educación.
En León el africano (1986), cuenta la vida de un moro de Granada que viajó por África y el Mediterráneo en nombre del humanismo.
Maalouf como joven corresponsal recorrió varios conflictos bélicos, escribiendo sus crónicas para la revista Jeune Afrique. Estuvo en Vietnam, Haití, Angola, Mozambique, países acosados por la guerra. Ese bagaje le confirmó ya su sentencia: el mundo va mal, muy mal. Y no parece dispuesto a mejorarse.
En Las cruzadas vistas por los árabes (1983) dio la vuelta a la Historia para ver las cosas desde otra perspectiva, la otra orilla.
Obras:

1986 - León el Africano
1988 - Samarcanda
1991 - Los jardines de luz
1992 - El primer siglo después de Béatrice
1993 - La roca de Tanios (Premio Goncourt)
1996 - Las escalas de Levante
2000 - El viaje de Baldassare
2004 - Orígenes

martes, 8 de junio de 2010

Caída- Ángel González

Caída
Y me vuelvo a caer desde mí mismo
al vacío,
a la nada.
Qué pirueta!
¿Desciendo o vuelo?
No lo sé.
Recibo
el golpe de rigor, y me incorporo.
Me toco para ver si hubo gran daño,
mas no me encuentro.
Mi cuerpo, ¿dónde está?
Me duele sólo el alma.
Nada grave.

de Ángel González (Nada grave, poema póstumo, 2008)

Gracias Emi.



sábado, 29 de mayo de 2010

El gato de Cheshire y los gatos de Kilkenny, Borges


Mi admirado Borges en su libro de los seres imaginarios, cuenta el origen del gato de Cheshire y la leyenda de los gatos de Kilkenny.
"En inglés existe la locución "Grid like a Cheshire cat" ( Sonreír sardónicamente como un gato de Cheshire).
Se han propuesto varias explicaciones. Una, que en Cheshire vendían quesos en forma de gato que ríe. Otra, que Cheshire es un condado palatino o earldom y que esa distinción nobiliaria causó la hilaridad de los gatos. Otra, que en tiempos de Ricardo III, jubo un guardabosque, Caterling, que sonreía ferozmente al batirse con los cazadores furtivos.
En la novela onírica Alice in Wonderland publicada en 1865, Lewis Carroll otorgó al Gato de Cheshire el don de desaparecer gradualmente, hasta no dejar otra cosa que la sonrisa, sin dientes y sin boca. De los Gatos de Kilkenny se refiere que riñeron furiosamente y se devoraron hasta no dejar más que las colas. El cuento data del siglo XVIII”.

jueves, 20 de mayo de 2010

La contemplación- Edgar Borges


"La contemplación" obtuvo el premio Internacional de Novela Albert Camus en 2009. Aquí dejo un fragmento que incluyó como adelanto editorial que, de la novela, publicó la revista Descontexto de Chile y que amablemente me remitió vía Facebook el propio Edgar Borges.

"Le atormentaba pensar que un impostor pudiera firmar la autoría de La contemplación. Se había aferrado a esa novela como si fuese la última rama que le impediría caer al abismo. En La contemplación Pedro el hostelero logró convocar a buena parte del pueblo en el centro de la plaza. Allí proclamó (a todo pulmón) la solución de la crisis. La solución no es continuar avanzando por el camino equivocado. Hace mucho tiempo, para abandonar el atraso, copiamos el frenético ritmo de las ciudades industrializadas. Y el resultado lo tenemos hoy en nuestras propias casas: le hemos cerrado las puertas a nuestros vecinos. Las familias se han distanciado; cada uno de sus miembros se han refugiando en su cuarto; sería engañarnos a nosotros mismos negar en público algo que todos sabemos, y que padecemos. De seguir así, pronto, supongo, el suicidio será la epidemia de moda. Hemos llegado a un punto extremo de nuestra historia; estamos padeciendo una vida que no es vida, estamos transitando un camino que no es camino. Es tanto el daño que venimos dejando atrás que ya hasta nos pesa la memoria. La frase de aquella canción que decía "Recordar es vivir" ha sido cambiada por "Recordar es sufrir, recordar es no vivir". Por esta vía no encontraremos jamás luz en el túnel. O nos detenemos o nos pulverizamos en el camino; también es posible que nos convirtamos en fieras. Y nos devoremos por hambre y por rabia.
Como solución, si es que deseamos conseguir una solución, he propuesto que nos detengamos de inmediato. Se trata de que todo el pueblo se siente en las aceras, en las calles y en las plazas. Los invito a echar la prisa a un lado, la idea es recordar todos los momentos imperceptibles de nuestra historia, como pueblo, como amigos, como familia. Propongo repensar lo no pensado; se trata de volver la cara y apreciar las experiencias con mayor detenimiento. Es mucho más sencillo de lo que parece. Invito simplemente a que observemos; no hablo de caminar ni mucho menos de correr; considero que necesitamos valorar los amaneceres lentos y las noches largas; creo que sensato sería vivir todo de nuevo pero con la cámara lenta de la memoria. Avancemos hacia atrás con la lentitud de un recién nacido; levitemos en dirección al pasado. Vayamos en sentido contrario a la prisa, a paso sereno con los ojos muy abiertos a la belleza de las cosas pequeñas que nunca antes vimos. Seamos capaces de pensarnos; juguemos a darle una nueva utilidad a las palabras. Pensamiento: imaginación; adulto: memoria; fantasma: estupidez; mundo: uno; uno: todos. No nos importe si todo esto lo dijo alguien antes; la intención es justamente repetirnos, pero esta vez, muy lentamente, muy poco a poco. Que nadie haga nada más que recordar; que nadie se mueva, que nadie hable; propongo que hasta en la memoria los recuerdos transiten en voz muy baja. En esa posición de contemplación debemos pasar todo el tiempo que sea necesario. Sólo debemos caminar el día que seamos capaces de volver a valorar cada experiencia con la mirada de un niño.
La novela planteaba un final contradictorio, abierto y cargado de drama. Los habitantes del pueblo aceptaron la idea de Pedro el hostelero; el hombre logró cautivar, incluso, a los más escépticos, con su extraño discurso. No obstante, en principio la gente consideró muy complicados los ejercicios de memoria. Difícil fue relatar los momentos imperceptibles, la mayoría ni siquiera recordaba cuándo ocurrieron. Una anciana confesó que le daba vergüenza reconocer que era incapaz de volver a valorar sus experiencias con mirada de niña. Pero a pesar de las dificultades todos se empeñaron en el intento. Se detuvo la historia y se detuvo el progreso. Y es que el pueblo
, dispuesto a lograr el objetivo, decidió pasar la vida en una constante contemplación."

domingo, 16 de mayo de 2010

Edgard Borges

Es posible, Mercedes Sosa
"Ha muerto Mercedes Sosa. Quizá sólo se trate de un quejido nostálgico, pero pareciera que están partiendo las voces que nos recuerdan que somos humanos. Pues, porque si bien la voz de un artista no necesariamente muere junto a su cuerpo, cada vez la industria es más industria y mucho menos arte. Lo que hace suponer la dimensión del maquillaje.
Es posible que este momento histórico (del todos contra todos) sólo sea un tránsito necesario para alcanzar el grado de humanidad. Es posible, Mercedes Sosa, que tu voz, como muchas otras, se filtre por los subterráneos de la miseria contemporánea y algún día resurja en alguna plaza, junto a la voz de Fito Páez para cantar “¡Quién dijo que todo está perdido!". Y entonces, sólo entonces, hasta los más sumisos alumnos del sistema global de consumo, ofrecerán su corazón.
Es posible que “la voz de Latinoamérica” (como se le llamaba a Sosa) supere el ruido del mercado planetario. Y ahí, donde un mercenario nos vende “basura” disfrazada de vida, rompa el cristal de la mentira para afirmar, en su canto, que sí es posible el Sur, que sí es posible convivir respetando todos los vientos del planeta. Y seguro, doña Mercedes Sosa (lo sabe usted muy bien), sí se puede vivir resistiendo el cinismo y la apatía.
Tal vez esto no sea más que un pequeño artículo para nostálgicos, pero, visto de otro modo, puede que este no sea un escrito para cínicos. Pues, muy bien lo sabía La Negra (como también le decían), “Si no creyera en lo que agencio, si no creyera en mi camino, si no creyera en mi sonido, si no creyera en mi silencio...¿Qué cosa fuera, qué cosa fuera la maza sin cantera? un amasijo hecho de cuerdas y tendones, un revoltijo de carne con madera, un instrumento sin mejores resplandores que lucecitas montadas para escena...¿qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera? ¿qué cosa fuera la maza sin cantera? un testaferro del traidor de los aplausos, un servidor de pasado en copa nueva, un eternizador de dioses del ocaso, júbilo hervido con trapo y lentejuela . . .¿qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera? ¿qué cosa fuera la maza sin cantera? ¿qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera? ¿qué cosa fuera la maza sin cantera?”
Es posible, Mercedes Sosa, que el tango (y el canto en general) sea “cosa” de despechados. Quizá sólo los cínicos sean capaces de sonreír veinticuatro horas seguidas. Ojalá, al final de la historia, no termine el público convertido en la piedra que observaba el espectáculo. Es posible, que este viaje sólo sea una tormenta de aprendizaje y la seriedad de los cínicos esté cerca. Entonces, el mundo escuchará (en do mayor, como decía el cantor Alí Primera) la risa de los nostálgicos. Y ahí estará usted, señora Sosa, con su canto tierno en homenaje a la sensibilidad humana. Y el Sur le dará al mundo una lección cósmica de humildad y de alegría. "

Este texto a la muerte de Mercedes Sosa, es en sí toda una "tormenta de aprendizaje" y una bofetada a los cínicos.

Enlaces:
Wikipedia
El librepensador

domingo, 18 de abril de 2010

La abandonada- Gabriela Mistral




...Denme ahora las palabras
que no me dio la nodriza.
Las balbucearé demente
de la sílaba a la sílaba:
palabra “expolio”, palabra “nada”,
y palabra “postrimería”,
¡aunque se tuerzan en mi boca
como las víboras mordidas!

Me he sentado a mitad de la Tierra,
amor mío, a mitad de la vida,
a abrir mis venas y mi pecho,
a mondarme en granada viva,
y a romper la caoba roja
de mis huesos que te querían.

Estoy quemando lo que tuvimos:
los anchos muros, las altas vigas,
descuajando una por una
las doce puertas que abrías
y cegando a golpes de hacha
el aljibe de la alegría..."

Es sólo un fragmento del hermoso poema de Gabriela Mistral, y sacado un poco de contexto.

Poema completo

domingo, 14 de marzo de 2010

Señora de Rojo sobre fondo gris




Estaba en la oficina, el viernes, cuando me enteré que Miguel Delibes había muerto, y aunque su muerte no me resultaba inesperada, no por ello dejó de entistecerme. Al conocer la noticia automáticamente me acordé de esta novela. Recuerdo que leerla me ayudó a comprender el dolor (propio y ajeno) y que me emocionó la segunda vez que lo leí, tanto o más que la primera.




Señora de rojo sobre fondo gris es el monólogo de un afamado pintor (Nicolás) sumido en una crisis creativa, que va contando a una de sus hijas, encarcelada por motivos políticos, cómo ha vivido la enfermedad y muerte de su mujer (Ana). Una novela agridulce sobre el Amor, la muerte y la felicidad que vivimos a veces sin enterarnos.



Al llegar a casa busqué el libro y vi un montón de párrafos subrayados de los cuales he entresacado los siguientes:


"No ignoro que el recurso de beber es un viejo truco pero ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo?"



"Nos bastaba mirarnos y sabernos. Nada importaba los silencios, el tedio de las primeras horas de la tarde. Estábamos juntos y era suficiente. Cuando ella se fue, todavía lo vi más claro: aquellas sobremesas sin palabra, aquellas miradas sin proyecto, sin esperar grandes cosas de la vida, eran sencillamente la felicidad."



"Lo nuestro fue una especie de convenio tácito, con ciertas vacilaciones al principio, pero definitivamente implantado tras la medalla del Salón de Otoño. Ese premio nos cambió la vida. Trajo consigo un despegue y una ampliación de horizontes, que nos indujo a preocuparnos más de mi trabajo, nuestros hijos y nuestro dinero. Ella asumió esta tarea espontáneamente, sin imposición de nadie. Y si yo no le pedí la gestión de nuestras cosas, tampoco consideré machista avenirme a que lo hiciera. La nuestra era una empresa de dos, uno producía y el otro administraba. Normal, ¿no? Ella nunca se sintió postergada por eso. Al contrario, le sobró habilidad para erigirse en cabeza sin derrocamiento previo. Declinaba la apariencia de autoridad, pero sabía ejercerla"


"Si la muerte es inevitable, ¿no habrá sido preferible así?"






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viernes, 5 de marzo de 2010

A un olmo seco


A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Antonio Machado

sábado, 13 de febrero de 2010

Oda a la pereza

Ayer sentí que la oda
no subía del suelo.
Era hora, debía
por lo menos
mostrar una hoja verde.
Rasqué la tierra: “Sube,hermana oda-le dije-
te tengo prometida,
no me tengas miedo,
no voy a triturarte,
oda de cuatro hojas,
oda de cuatro manos,
tomarás té conmigo.
Sube,te voy a coronar entre las odas,
saldremos juntos, por la orilla
del mar, en bicicleta.
Fue inútil.Entonces,
en lo alto de los pinos,
la pereza
apareció desnuda,
me llevó deslumbrado
y soñoliento,
me descubrió en la arena
pequeños trozos rotos
de sustancias oceánicas,
maderas, algas, piedras,
plumas de algas marinas.
Busqué sin encontrar
ágatas amarillas.
El mar
llenaba los espacios
desmoronando torres,
invadiendo
las costas de mi patria,
avanzando
sucesivas catástrofes de espuma.
Sola en la arena
abría un rayo
una corola.
Vi cruzar los petreles plateados
y como cruces negras
los cormoranes
clavados en las rocas.
Liberté una abeja
que agonizaba en un velo de araña,
metí una piedrecita
en un bolsillo,
era suave, suavísima
como un pecho de un pájaro,
mientras tanto en la costa,
toda la tarde,
lucharon sol y niebla.
A vecesla niebla se impregnaba
de luz
como un topacio,
otras veces caía
un rayo de sol húmedo
dejando caer gotas amarillas.
En la noche,
pensando en los deberes de mi oda
fugitiva,me saqué los zapatos
junto al fuego,
resbaló arena de ellosy pronto fui quedándome
dormido.

Pablo Neruda